El día que ya no sepas quién eres, dónde estas, que tienes en la cabeza tomando las decisiones por ti. El día que no encajes en el puzzle que ayer sustentabas. El día que te asustes de ti mismo. Ese día, descubrirás tu esencia. Está en tu mano aceptarla o no.
Yo lo hice: cuidado con el dragón.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Las cosas que no hay que olvidar

Cuando se termina una relación todo el mundo habla de olvidar. De pasar página. Se buscan reemplazos y, en muchos casos, no ver más de lo necesario a la persona en cuestión. Embotellar todos los recuerdos y sentimientos y tirarlos al mar.

Y no.

Porque tirar a la basura tiempo de tu vida es una bobada. Porque alejar sin motivo a alguien que te ha hecho feliz es lanzar piedras contra tu propio tejado. Porque hay cosas que no hay que olvidar, sino que hay que agradecer.

Gracias, por enseñarme que las cosas que tienen que pasar acaban pasando, que por muy lejos que veas algo todo se puede alcanzar, que solo tenemos una perspectiva de cada situación y que desde el lado contrario puede no tener nada que ver.
Gracias por hacerme ver que quien te quiere no te aguanta y no se sacrifica, porque le sale solo; que no tienes que pedir para que te den, que es incapaz de no hacer todo lo posible y más por verte feliz.
Gracias por llegar a mi vida cuando llegaste, y también por irte cuando te fuiste, la verdad.
Gracias por preferir la guerra conmigo, y gracias por no echarme en cara el invierno sin mi.
Gracias por hacerme madurar y por soportar todos mis cambios, por hacer que me diese cuenta de lo que quería de verdad y de que a veces hay que inmolarse para resurgir de tus cenizas, que crear una nueva versión de ti duele pero estar atrapada en la vieja duele más. Gracias por no odiarme por ser tú causa y daño colateral de mi progreso.
Gracias por demostrarme que siempre habrá quien no te vea rota, quien adore tus defectos, quien se quiera dormir a tu lado aunque pegues patadas, quien escriba sobre como brillan tus ojos antes de besaros.
Gracias por aceptar y querer mis inseguridades, por hacer que me riera de ellas, por llevarme de la mano a hacer todas esas cosas que te dije "no, tengo miedo". Por arriesgarlo todo, por hacer el intento de darme tu corazón aunque supieras que lo iba a destrozar. Gracias por luchar aun cuando nos hundíamos.

Ahora que ya no estás conmigo, tengo que darte las gracias porque todo lo que me enseñaste sí que está. Soy más fuerte, más confiada, más exigente y más feliz. Sé lo que quiero y sé que puedo arreglarme el corazón sin ayuda. Sé que más vale sola que mal acompañada, sí, pero que la mala compañía no es solo la que te hace daño, y que a veces eres tú por mucho que te duela. Ahora sé que querer a alguien no es suficiente, que a veces tienes que doler para ser feliz, que las cosas cambian y es tontería intentar negarlo.
Gracias por aceptar que me fuera y gracias por ser tú también feliz ahora, por demostrar que tenía razón.
Te doy las gracias por haber estado, por estar y porque vas a estar conmigo siempre.