El día que ya no sepas quién eres, dónde estas, que tienes en la cabeza tomando las decisiones por ti. El día que no encajes en el puzzle que ayer sustentabas. El día que te asustes de ti mismo. Ese día, descubrirás tu esencia. Está en tu mano aceptarla o no.
Yo lo hice: cuidado con el dragón.

martes, 23 de mayo de 2017

Márchate antes de que todo sea escombro

Un día las cosas no son tan bonitas. El sol no brilla tanto, los pájaros están afónicos, la lluvia no huele a fresco sino a contaminación. Pero es solo un día. Un día que terminas yéndote a dormir y, esta vez, dándole la espalda, pero aún así vuestros pies se tocan, porque estáis juntos. Y a la mañana siguiente ya está.
Un día llamas a tu mejor amiga con la voz quebrada, y las lágrimas escondidas en ella. No ha sido para tanto pero es la primera vez, y antes verle siempre te sacaba una sonrisa. Pero es solo una discusión. Una discusión que arregláis yendoos a dormir, dandoos la espalda otra vez, pero con vuestros pies juntos. Y a la mañana siguiente ya está.
Un día no quieres verle y te asustas. Te quieres quedar en tu cuarto, no quieres que te hable por teléfono ni que venga a buscarte. No coges el móvil para no ver sus mensajes. Pero es solo un día. Un día que al día siguiente recuerdas y te ríes porque es normal no querer estar siempre con una persona, y cuando le ves te das cuenta de todo lo que le quieres, por eso aunque enfadados vuestros pies siempre están unidos, siempre hay contacto.
Porque le quieres, y te quiere, y te hace reír y habláis de todo. Bueno, de todo no, porque tus aficiones le dan igual. Pero no importa, el no te pregunta sobre ti pero sonríe cuando se lo cuentas, y te besa y te abraza y todo va bien. Bueno todo no, porque cuando algo no va bien en tu vida te pregunta solo para no escuchar la respuesta. Pero da igual, porque aunque no te ayude a solucionarlo te dice que eres preciosa y entonces poco importa que no sepas como pagar tu siguiente factura.
Un día llegas a tus amigas echando truenos por las orejas, y ellas te dicen que no es para tanto. Porque solo han visto ese día. Y tú te hartas de aguantar, de preocuparte y que no se de cuenta. Entonces te paras, lo piensas y tienen razón, a veces te enfadas por tonterías. Pero es solo un día, es solo un enfado. Y cuando os vais a dormir te sientes mal por darle la espalda, pero te da un escalofrío al pensar en tocarle.
Un día le dices que no. Dos, tres veces. Él no te grita, él no te levanta la mano, él es un caballero. Te mira con pena y te dice que nunca quieres, que no le quieres, que no pasa nada. Que él se sacrifica por ti. Porque él sí te quiere, pero tú no. Y te vas a dormir deseando poder pedirle perdón. Perdón por negarte a hacer algo que no quieres. Y a la noche siguiente te da miedo decirle que no, no quieres decirle que no, porque él sí te quiere, y tú a él no, eso te ha dicho.

Un día estáis bien. Se lo dices a tus amigas, los pájaros se han aprendido una canción nueva, la vuestra, su abrazo es el lugar más seguro y cuando te besa vuelves a elevarte del suelo. La hierba huele a fresca y a ir al fin del mundo de su mano. El sol no te ciega porque él brilla más, y te duermes en su pecho y eres feliz. Pero es solo un día. Un día al que le sigue otro día de niebla, de discusión, de que la idea de estar juntos te agote, de que no te escuche, de que no le importes, de que solo te quiera para decirte lo guapa que estás, para besarte, para ser su peluche, su hobbie, su princesa a la que cuidar. Otro día de miedo, de dudas, de culpabilidad.
¿Cuando empezaron a ser los días buenos los destacables?¿cuando empezó a ser rutina el esfuerzo?¿cuando se derrumbó todo lo precioso que construimos? Ya no te acuerdas. Ni de como te dormías al escuchar los latidos de su pecho, ni de como te cogía en brazos sobre su cabeza cuando le decías que odiabas las alturas, ni de cuantas veces has sonreído solo de mirarle.  No te acuerdas de cuanto te imaginaste una vida a su lado aunque sabías que no la habría cuando acariciaba un perro, del vuelco que te dio el corazón el día que te presentó a sus amigos. No te acuerdas de cuando te secaba las lágrimas y te decía "te quiero", de las horas hablando mientras los vecinos se quejaban, de las agujetas en la cara porque no podías parar de reírte, de saltar del coche y correr hacia él porque no había un lugar más feliz en el mundo.

Por eso, márchate antes. Márchate antes de que todo se caiga encima de lo bonito. Márchate cuando pases más tiempo llorando y enfadada que embobada mirándole. Cuando tus amigas estén hartas de oir vuestras discusiones y no lo guapo que está con su nuevo corte de pelo.
Por el bien de los dos, márchate. Antes de que todo se reduzca a la guerra. Antes de que todo lo que tuvisteis sea escombro.
De toda la pérdida, salva al menos los recuerdos.